En Psicoterapia, cuando llegan pacientes con depresión crónica o un duelo crónico, en general, lo que haremos, será buscar la culpa que lo está provocando. El sentimiento de culpa es el que más sufrimiento produce, y el que condena a estados de agotamiento físico y mental. La culpa no es útil, aunque para la ética y la religión sea el estado consciente en el que debemos estar como consecuencia de nuestros errores. La culpa es un sentimiento que empezamos a aprender desde niños, y llegamos a considerarlo normal. Nos enseñan que la culpa es la respuesta lógica a nuestros fallos. La culpa a veces surge porque queremos alcanzar una perfección que nos han inculcado desde los primeros años de vida, generalmente ligado a las creencias y expectativas de nuestros padres. Enseñar a los niños a vivir con sentimientos de culpa es un enorme error, es condenarlos al sufrimiento. El proceso de crecimiento físico es autónomo, pero el emocional y espiritual no lo es, los padres cumplen el rol más importante de sus vidas al educar a sus hijos para ser responsables de sus acciones. Si enseñamos a los niños desde muy pequeños a amarse, a aceptarse, a perdonarse, y cuidar de los demás de la misma manera, ellos vivirán naturalmente conscientes y responsables de sus actos. Nuestras acciones tienen consecuencias, es verdad, pero debemos arreglar el daño o error desde la responsabilidad y no desde la culpa. Si hemos hecho daño debemos pedir perdón y compensar de alguna manera. Nuestras acciones deben llevarnos a ser más felices y ayudar a que el mundo sea mejor. La culpa no nos ayuda, nos paraliza, de hecho, en los casos más extremos se necesitará la ayuda de un terapeuta para poder superarla.
La madurez emocional y espiritual es consecuencia de nuestra capacidad de reconocer nuestras acciones, la capacidad de pedir perdón, así como de perdonar a quien de igual manera que nosotros se equivoca, pero, además, la madurez va ligada a resiliencia y a la habilidad de asumir responsabilidad sin caer en estados de culpa que no nos permiten crecer.
La Psicología Positiva tiene varias herramientas y técnicas que ayudan a mejorar los estados emocionales y mentales relacionados con la culpa, quizás el más utilizado es el mindfulness, aunque desde mi punto de vista, la terapia de la compasión es muy recomendable, es una poderosa herramienta de la psicología positiva porque nos hace cambiar la relación con nosotros mismos, disminuyendo la culpa y previniendo la depresión, y no me refiero a la compasión en el sentido cultural, es decir a tener misericordia o pena por los demás, si no a la relación consciente de tolerancia, respeto y aceptación de mis errores y fracasos.
La Psicología Positiva trabaja además con las fortalezas equilibradas, y en el caso de la culpa potenciaríamos la aceptación, el perdón, el universalismo, y el crecimiento. Otra herramienta que ayuda es la gestión emocional, y vinculamos a este proceso otras dos fortalezas vitales como son el conocimiento emocional y el manejo emocional. Todas estas herramientas y técnicas son muy útiles y necesarias para abandonar estados depresivos causados por la culpa.
Considero que la educación debería contemplar la enseñanza de todas estas herramientas y técnicas dentro de su pénsum escolar para aprender a gestionar emociones y sentimientos que experimentaremos durante toda la vida. Sin una educación integral que abarque la gestión emocional y mental, estaremos lidiando siempre con hombres y mujeres con logros profesionales, pero con grandes carencias en sus relaciones personales y familiares.
Ale Alcocer